Hoy -después de mucho tiempo sin enfrentarme al drama terrorífico que representa una hoja de papel en blanco y un lápiz- he vuelto a escribir. Sin razones, sin motivos, sin porqués. No sé si poseo el talento necesario. No sé si ofendo a los grandes poetas y escritores del mundo con estas líneas, sin embargo, me atrevo a decir que, al igual que ellos, hoy tengo la valentía de enfrentarme a esa hoja blanca y a ese lápiz que simplemente son los instrumentos que tengo para plasmar pensamientos, sentimientos, experiencias y cualquier tipo de idea loca que viaje por mi cerebro.
Tal vez, ésa hoja no es más que la autoprohibición en la que cada ser humano se obliga a vivir para así no tener que abrir las puertas de sus propios y extraordinarios mundos personales llamados mentes.
Tal vez, ésa hoja no es más que la autoprohibición en la que cada ser humano se obliga a vivir para así no tener que abrir las puertas de sus propios y extraordinarios mundos personales llamados mentes.
Es perfectamente entendible que en estos tiempos no resulta conveniente que la humanidad conozca el mundo interno de otro, pues éste puede pasar por loco. Siempre es más fácil guardar y atesorar cada pensamiento, cada sentimiento o experiencia para no pasar por el trago amargo de las burlas, críticas y comparaciones de mal gusto que hacen otros.
Hoy, considero que aquellos capaces de enfrentarse a una hoja en blanco realmente se enfrentan a sí mismos y eso es un verdadero acto de valentía.
Autora: Anabel Lucci Mora
Fecha: 24/02/2011